Un nuevo Templo de los Milagros se inaugura en Paraguay

Un nuevo Templo de los Milagros se inaugura en Paraguay

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El domingo 16 de enero hubo un gran acontecimiento en Asunción, Paraguay, se inauguró un nuevo Templo de los Milagros. Este día, el obispo Francisco Couto, actual responsable del trabajo evangelístico en Sudamérica, realizó la reunión.

«Este lugar sagrado fue elegido por Dios para realizar muchos milagros, y cada oración que se realice aquí será escuchada por Él», dijo el obispo Francisco.

En la oportunidad, meditó en el pasaje bíblico: «Permaneced en Mí, y Yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en Mí», Juan 15:4.

Posteriormente, se realizó una oración en favor de los que estaban presentes y sus familias. También se los invitó a entregar sus vidas en las manos del Señor Jesús, y el encuentro se selló con la ceremonia de la Santa Cena de la Familia.

Finalmente, el pastor Patrick de Castro, responsable del trabajo evangelístico en Paraguay, realizó una oración en favor del nuevo templo, ubicado en Av. Eusébio Ayala 4257, Asunción, Paraguay.

Casa de oración para todos los pueblos

Cuando una Iglesia Universal se inaugura en un lugar, algo muy especial sucede allí, muchas vidas se transforman a través del poder de la fe bíblica en el Señor Jesús.

Como es el caso de Samanta Valenzuela. «Antes de conocer al Señor Jesús y entregarle mi vida a Él, sufría depresión, insomnio y ansiedad. Vivía atormentada. Desde pequeña, sufría porque veía a mi padre involucrado en el vicio de la bebida y maltratando a mi madre. Por ese motivo, crecí odiándolo», recuerda.

Con el paso del tiempo, entre los 15 y 17 años, Samanta intentó suicidarse entre cinco y seis veces. Luego se involucró en el vicio del alcohol y de las drogas. Los intentos de suicidio volvieron alrededor de los 20 y 25 años. De esta manera, la situación solo empeoró hasta que ella llegó al fondo del pozo.

«En esa época, me acordé de la Universal, porque todos los años participaba de la Vigilia de Año Nuevo con mi madre», recuerda Samanta. Fue entonces cuando, en un encuentro, ella decidió arrodillarse y hacer una oración pidiéndole ayuda a Dios, después de que el pastor invitó a los presentes a acercarse al Altar para cambiar de vida. En un instante, en aquella oración, ella notó que tenía paz en su interior y decidió entregarse a Dios.

«Actualmente, hace tres años que no bebo más. Ya no necesito nada de eso, ni fiestas, ni “amigos”. Soy feliz, tengo paz, alegría y la plena seguridad de mi Salvación. Hoy sirvo a Jesús con toda mi vida, extendiéndoles la mano a las personas que están sufriendo lo que yo sufrí”, conmemora.