Un hombre muy inteligente

Un hombre muy inteligente

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Había un señor, que era dueño de una farmacia muy próspera, en una ciudad del interior. Él era un hombre bastante inteligente, pero no creía en la existencia de Dios ni de cualquier otra cosa fuera de su mundo material. Un cierto día, él estaba cerrando la farmacia cuando llegó un niño, deshecho en llanto, diciendo que su mamá estaba descompuesta y que si no tomara el remedio moriría inmediatamente.

Después de la insistencia del niño, aun nervioso decidió reabrir la farmacia para ir a buscar el remedio. Su insensibilidad frente a aquel momento era tal, que terminó por agarrar el  remedio en medio de la oscuridad, y se lo dio. El niño le agradeció y se fue corriendo. Minutos después, se dio cuenta que le había entregado el remedio equivocado y que si aquella mujer lo tomara moriría instantáneamente.

Desesperado, intentó alcanzar al niño, pero no lo logró. Gritó desesperado. El tiempo pasaba y no sucedía nada. Sin saber qué hacer y con la conciencia pesada, se arrodilló y empezó a llorar y decía que “si realmente existía un Dios que no permitiera que lo juzguen como un asesino”. El tiempo pasaba y él estaba de rodillas, pensaba que la mujer ya podría estar muerta y que él iba a tener que pagar por eso.

Reflexionó sobre sus excesos, sobre su mal humor y, principalmente, sobre su insensatez. De repente, sintió una mano tocándole el hombre izquierdo y al girar se encontró con el niño deshecho en llanto nuevamente. En ese momento quedó desconsolado. Pero tenía una certeza: Dios en verdad existía. Ya se estaba imaginando lo que estaba por suceder.

El llanto y la mirada triste le atravesaban el alma. Mientras tanto, en un abrupto, le preguntó al niño qué había sucedido. Entonces el niño le empezó a contar: “Señor, por favor, no se enoje conmigo, pero me caí y rompí la botellita del remedio, ¿usted me podría dar otra?

Lección de la historia: Dios existe y nos conoce por nuestro nombre. El siempre tiene lo mejor para usted por más que las circunstancias muestren lo contrario. Crea en ese Poder que es mayor que cualquiera de sus problemas, aunque éstos sean grandes y de difícil solución. ¡Crea en la vida que El tiene preparada para usted!