Malos hábitos, vida más corta

Malos hábitos, vida más corta

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Han sido estos alarmantes datos acerca del estado de salud en la población masculina los que han movido a la Comisión Europea a patrocinar la elaboración de un extenso Informe en el que se analiza la salud de los hombres y niños en los países que conforman la Unión Europea (The State of Men’s Health in Europe. Extended Report), ya que, como reconoce El Libro Blanco “Together for Health: A Strategic Approach for the EU 2008-2013” , publicado por la Comisión Europea el año 2007, “una población sana es esencial para el crecimiento económico y para el bienestar general de Europa”.

Cuando se analiza el estado de salud de la población masculina de los países europeos llaman la atención los siguientes datos estadísticos:

1. La esperanza de vida media de los hombres es 6.1 años más corta que la esperanza de vida en la mujer. También en los hombres, en comparación con las mujeres, son más elevadas las cifras de mortalidad para la mayoría de las posibles causas de muerte, en todas las edades.

2. En los hombres, la mayoría de las enfermedades crónicas que se asocian con una mortalidad prematura (enfermedad coronaria, ictus, diabetes y algunos cánceres) se relacionan con estilos de vida nada saludables y con factores de riesgo que podrían ser evitados.

3. Existen diferencias sustanciales en el estado de salud entre los hombres, y también entre hombres y mujeres. Los hombres pertenecientes a grupos socioeconómicos de bajo nivel suelen tener peor estado de salud y tasas de mortalidad más elevadas.

4. Los hombres jóvenes (entre 18 y 35 años) constituyen un grupo de riesgo elevadoen los que las muertes por suicidio y accidentes de tráfico son motivo de especial preocupación.

Resultados

Los resultados del informe confirman, según sus autores, que el estilo de vida de la masculinidad, en general menos saludable que el estilo de vida de la feminidad, es determinante en las claras diferencias en el estado de salud entre los dos géneros, y en las “muertes prematuras”. Un estilo de vida de la masculinidad, “tradicional” o “dominante”, caracterizado por la mayor dureza física en sus comportamientos, la asunción de más riesgos, en el trabajo y en el ocio, así como por el excesivo consumo de alcohol y el hábito de fumar, en combinación con dietas no saludables y una fuerte tendencia al sedentarismo.

Estos hallazgos ponen de manifiesto, según el Informe, que las diferencias en el estado de salud entre hombres y mujeres no solo son consecuencias de las diferencias biológicas entre ambos sexos, sino del estilo de vida, muy poco saludable, predominante en el género masculino, cuando se compara con el del género femenino. Por otra parte, las diferencias del estado de salud entre hombres que viven en distintos países, o regiones o áreas del mismo país, dentro de la UE, dependen, en gran parte, de la injusta desigualdad educativa, económica y social, acentuada por el creciente desempleo, así como del nocivo impacto ambiental en el que malviven muchos hombres y niños.