IURD en el mundo: Uganda

IURD en el mundo: Uganda

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Una  población marcada por sucesivas crisis políticas, miseria y enfermedades, encuentra en Dios esperanza  y fe para cambiar de  vida

Uganda… este país africano está compuesto por 32 millones de habitantes aproximadamente, su historia ha sido marcada por diversas crisis políticas, en las que dictadores como Idi Amin Dada dominó el país perpetuándose en el poder cerca de 10 años y ordenando la muerte de 300 mil opositores.

Como si no bastaran tan intensos conflictos, el país atraviesa actualmente un problema desbastador: el hambre. Las últimas semanas de julio, la Unión Africana (UA) pidió a los países miembros de la Unión europea que ayuden a 12 millones de personas afectadas por la sequía y la guerra en Cuerno de África. Región compuesta por Somalia, Etiopía, Eritrea, Kenia, Uganda, Yibuti y Sudán.

Aunque Uganda tenga una importante cantidad de cristianos (un 83%), la mayoría no disfruta de las promesas escritas en la Palabra de Dios, muy por lo contrario, además del hambre que afecta a la región, el número de contaminados por el virus HIV es muy grande. Según el Uganda HIV and AIDS Sero-Behavioural Survey, el 10% de la población urbana está infectada. Se estima que en zonas rurales el número se duplica. Sin embargo, datos extra-oficiales de los habitantes del país afirman que más del 50 % de la población está infectada por el virus.

Con el objetivo de llevar esperanza y fe a esa población tan marcada por el sufrimiento, en octubre de 1996 la Iglesia Universal del Reino de Dios se instaló en el país y, a pesar de las innumerables persecuciones, se expandió y está próxima a cumplir 15 años en la región.

Según las informaciones del responsable del trabajo de la IURD en Uganda, el pastor Walter de Sant’Ana, “el pueblo es muy acogedor y amigo, pero el sufrimiento está estampado en el rostros de la mayoría; esta realidad hace que la indignación contra el mal aumente y crezca en el corazón de los voluntarios de la IURD, que se empeñan en ayudar a cada persona que llega al Cenáculo del Espíritu Santo”. Un lugar que cuenta con capacidad para mil personas sentadas.

“Las personas llegan sin esperanza de vida, con deseos de suicidio, muy perturbadas y con grandes problemas financieros; el pago mensual de la mayoría es de apenas 50 dólares. A esto hay que agregar que son engañadas por el mal ya que muchas personas, por llegar de otras denominaciones, afirman ser nacidas de Dios, sin embargo cuando reciben la oración de fe, manifiestan demonios terribles”, explica.

La población es invitada a conocer el trabajo de la IURD por medio de visitas en los hospitales, casas, programas de televisión, de radio y distribución de diarios con testimonios e informaciones sobre las  reuniones.

Además del apoyo espiritual, los voluntarios también realizan acciones sociales y educativas para la población. Los cursos gratuitos de inglés es uno de los ejemplos (foto adjunta), donde los educadores brindan clases a los refugiados políticos. Otro ejemplo es la creación de un Centro de Profesionalización, en el cual los jóvenes tienen la oportunidad de aprender diversas profesiones.

A fines de julio, el obispo Wellington Marcelo fue quien ministró la Reunión del Encuentro con Dios en el Cenáculo de Kampala, la capital del país (foto principal).

Durante el encuentro, oró por los presentes y determinó la liberación de todos. Con espíritu de indignación, el obispo invitó a todos quienes estuvieran indignados con los problemas a clamar a Dios y a actuar la fe, al igual que lo hizo Gedeón (lea Jueces 6).

El ugandés Patrick Onego puso en práctica esa indignación y su vida fue transformada completamente. Relata que creció en una familia muy pobre, con 8 hermanos y tuvo que ver que su padre abandonara el hogar para irse a vivir con otra mujer. “Muchas veces nos dormíamos sin tener qué comer. Mi madre enfrentaba dificultades para suplir las necesidades de todos, incluso tuve que abandonar la escuela, porque no tenía material para estudiar. En la casa que vivíamos siempre entraba agua cuando llovía, al punto de terminar durmiendo en una esquina de la casa para pasar la noche entera, cubiertos con bolsas de plástico porque no teníamos ni colchón ni  mantas”, recuerda.

Cansado de tanta miseria, Patrick salió en búsqueda de una vida mejor en Kampala, pero no lo logró y seguía pasando necesidades. “busqué refugio en la casa de unos parientes, pero nadie me aceptó. Mi hermana también vino a la capital y fui a vivir con ella. Casi siempre nos quedábamos sin comer y no llegábamos a tener el alquiler al día. Varias veces el dueño del inmueble nos quiso echar”.

Hasta que llegó el día que decidió ir a la Iglesia Universal, “fui bien recibido y encontré la esperanza que había perdido. Los pastores me dieron palabras de fuerza y coraje, me enseñaron que aun sin tener una buena educación yo podría tener éxito y una familia feliz. Acepté aquellas palabras y empecé a frecuentar asiduamente la iglesia haciendo cadenas de oración. Pero en el propósito de la Hoguera Santa mi vida fue transformada”, afirma.

Hoy, quien ve al próspero empresario y feliz  Patrick, no imagina las grandes privaciones por las que pasó. “Yo estoy muy bendecido. Tengo mi propia empresa de limpieza y seguridad, tengo una óptima esposa y dos hijas que estudian en una excelente escuela. Tenemos nuestro auto y casa propios. Pero lo principal de todo es que toda mi familia está en la presencia de Dios, en la Iglesia Universal. La Hoguera Santa transformó nuestras vidas pues me sacó de cero a una vida cien por ciento feliz. Mi esposa y yo servimos a Dios como obreros y, por encima de todo, tenemos la certeza de la salvación. ¡Muchas gracias, mi Dios!”, concluye con mucha satisfacción.