Era encadenada por su propia madre, antes de conocer la IURD

Síntomas de posesión y ataques de locura llevaron a Konnan’Goran a ser contenida con cadenas
Costa de Marfil es considerado el mayor productor de cacao del mundo. Desde hace algunos años, este territorio, vive una situacitón difícil por la inestabilidad política y financiera, lo que ha provocado muchas dificultades para la población.
El Cenáculo del Espíritu Santo ha colaborado a la estabilidad del país con obras sociales y evangelísticas. Según el obispo Ferraz, responsable del trabajo de la Iglesia, el objetivo principal es que las personas alcancen la paz interior y el verdadero encuentro con Dios que tanto necesitan.
Síntomas de locura
Konnan’Goran Natacha, miembro del Cenáculo de Costa de Marfil, cuenta cómo conquistó la cura interior.
Natacha era una joven perturbada y la situación empeoró después de que tuvo un sueño. “Soñé que estaba encarcelada y que habían varias personas queriendo comerme viva. Después quedé completamente perturbada, vivía en la calle y mi mamá me iba a buscar para llevarme a casa. Mi familia, sin saber qué hacer, me llevó a la casa de los espíritus pero no sirvió de nada”, relata.
Con cadenas
Cuenta que la situación empeoró tanto que su mamá tuvo que encadenarla. No tenía una vida normal, tenía pavor de todo. “Una señora invitó a mi tío a visitar el Cenáculo, porque ella había conquistado la liberación de un familiar que pasó por el mismo problema que yo”, afirma.
La joven fue llevada a la iglesia ya que la familia deseaba una solución para su drama. “El pastor realizó una oración por mí. Nos fuimos y empecé a sentirme bien. La mañana del día siguiente, desperté a mi mamá y le pedí que me llevara al Cenáculo porque me sentía muy bien”, enfatiza Natacha.
Hoy, Konnan’Goran, no tiene ni vestigios de los problemas espirituales del pasado. “Estoy completamente curada, liberada y firme en la presencia de Dios. Estoy estudiando en la facultad y llevo una vida normal para la gloria del nombre de mi Salvador Jesucristo”, finaliza.
Colaboró: Cristiane Alves