Enfrente sus miedos

¡Existe fuerza en su miedo! Y si no cree en esta premisa he aquí 3 efectos que el miedo puede tener sobre usted: Impide que avance, lo paraliza y lo limita impidiéndole que sea todo lo que podría ser y, al final, lo hace perder el respeto por usted mismo.
Lo que diferencia al hombre de los restantes animales es que él es el único ser capaz de tener miedo al miedo. Y eso sucede porque el hombre es el único ser que logra “imaginar” y, a través de la imaginación, desarrollar miedos, imposibilitándonos, con el tiempo, que logremos distinguir lo real de lo imaginario.
Pero, el peor efecto que el miedo puede tener sobre una persona es hacer que ésta se habitúe a él. En realidad cuando ya estamos adaptados al miedo, cuando se vuelve una costumbre dejamos de percibir o siquiera identificar sus efectos sea a corto, mediano o largo plazo. Éste pasa a vivir con nosotros, a formar parte de nuestro día a día, de las respuestas físicas e intelectuales que damos a todo lo que nos sucede en la vida.
Además muchas personas solo se dan cuenta que el miedo dominó su paso por este mundo cuando llegan a la vejez y evalúan su trayectoria de vida, es entonces que ven que nunca llegaron a vivir ya que tuvieron miedo de avanzar, por haberse sentido limitadas, impidiéndoles aprovechar las diversas oportunidades que les surgieron en la vida.
Y ¿qué son las oportunidades? No son nada más que ocasiones favorables o, simplemente, la posibilidad de hacer algo para alterar determinada situación. Es por este motivo que, con Dios de nuestro lado, siempre tenemos oportunidades. Siempre existe la posibilidad de que hagamos algo. Es la propia persona quien crea su ocasión favorable y no tiene que aguardar que la vida o el destino se la proporcionen.
Sin embargo, las cosas solo van a comenzar a suceder en la vida de la persona, a partir del momento que pueda enfrentar la afrenta de la que ha sido víctima. Una enfermedad, el desempleo, la falta de empresa, la destrucción familiar, el hambre, la pobreza, el incumplimiento de sus deudas; todo lo que lo ha avergonzado públicamente entra en la categoría de afrenta y, como tal, ¡son algo a ser enfrentado, peleado y superado!
Si la persona no hiciera eso, nunca convertirá su afrenta en honra, ya que no basta tener a Dios como Aliado, es preciso tomar una actitud, enfrentar su afrenta enfrentando, en simultáneo, todo tipo de miedo!
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder.…” (2 Timoteo 1.7)