El Espíritu Santo reconstruyó una vida llena de traumas y dolor

Sofía nació en el seno de una familia bien constituida, pero lo que se pensaba que era felicidad poco a poco comenzó a quebrarse. A los 5 años, sufrió un intento de abuso, su padre le fue infiel a su madre, eso la llevó a consumir drogas en su juventud para “aliviar” momentáneamente el dolor que cargaba en su interior. Su madre se enfermó de anorexia nerviosa y cáncer de pulmón, y terminó suicidándose. Al mes, su hermano también terminó con su vida. Tanto ella como su familia no volvieron a ser los mismos, y cada uno siguió su camino.

Sofía entró en depresión y sufrió de quistes en los ovarios y endometriosis. Tuvo la oportunidad de irse a vivir a otro lugar, con el deseo de huir de los problemas. Pero el dolor que había dentro de ella la acompañaba a donde iba.

Conoció a su esposo y después de un tiempo vio que era agresivo y adicto a las drogas. “Me sentí muy humillada”, cuenta emocionada.
Sofía y su esposo llegaron a la Universal, ambos fueron libres de los vicios al participar con fe de las reuniones. Pero en la primera Hoguera Santa, Sofía aprovechó la oportunidad para reconstruir su “altar” y tuvo un encuentro con Dios.

A medida que pasaron las Hogueras Santas, Sofía conquistó su casa con dos locales, un terreno en la costa y su esposo fue bendecido en su distribuidora con una cartera de clientes muy grande. “Pero mi mayor conquista es, fue y será por siempre el Espíritu Santo”, resalta alegremente.

Conozca más sobre este impresionante testimonio:

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