El calzado adecuado para nuestros pies

Los pies son el fiel reflejo de uno, de los millones de pasos transitados, de la carga del peso de nuestro cuerpo y del ritmo con que hemos andado durante años.
Pero también de lo que pudo parecernos banal, como problemas ortopédicos desde la juventud, zapatos inadecuados, el cuidado personal y también las enfermedades que vamos sumando con el paso del tiempo.
Según una encuesta nacional de salud realizada en Estados Unidos, caminar es la actividad que más se ve afectada con la edad, y alrededor del 20% de las personas mayores tienen dificultades para hacerlo. En esta etapa de la vida, aumenta significativamente el riesgo de caídas y los problemas en los pies suelen ser una causa muy importante.
Ojo con los zapatos
Los cambios fisiológicos propios del envejecimiento que afectan la movilidad, la resistencia y la fuerza de los pies, así como el deterioro progresivo del sistema vascular, los huesos y las articulaciones, pueden provocar alteraciones evidentes que se suman a los cambios de la piel, que se vuelve poco elástica, fría y más frágil.
Como si fuera poco, las uñas se tornan más gruesas y, sin embargo, más frágiles, mientras que la función de la musculatura propia del pie se reduce. «Todos estos cambios pueden ser acelerados por traumatismos persistentes causados por el roce de un zapato inadecuado», explica el doctor Pedro Paulo Marín, geriatra de Red Salud UC.
Claro que no sólo el aspecto de nuestros pies cambia con la edad. También hay cambios en la sensibilidad, la que disminuye y con ello aumenta el riesgo de no percibir presiones dañinas causadas por el calzado u otros objetos, ni los cambios de temperatura.
Las heridas de los pies no son muy frecuentes, pero pueden ser graves. Especialmente en pacientes diabéticos, quienes deben consultar con prontitud ante su aparición.
«Las afecciones más frecuentes en los pies de las personas mayores son las verrugas plantares, úlceras, hongos, el engrosamiento de la capa externa de la piel y las alteraciones de las uñas», dice el doctor Marín. Una vez más el responsable suele ser el zapato equivocado.
El zapato en las personas mayores cumple el propósito de brindar confort, estabilidad y seguridad en la marcha, al tiempo que protege al pie del medio ambiente. Por eso, la recomendación es ser muy riguroso a la hora de seleccionar y usar un determinado calzado.
Como elegir el zapato adecuado
– Elija un modelo que sea fácil de ajustar y abrochar.
– Prefiera materiales que permitan la transpiración y protejan los pies de las bajas temperaturas, pero también del calor extremo. Evite los materiales sintéticos.
– Antes de comprar, explore el interior del zapato. Deseche aquellos que tienen muchas costuras o relieves que puedan dañar el pie.
– Asegúrese de que el número es el suyo. Recuerde que el tamaño de los pies puede cambiar con el paso de los años. El zapato debe coincidir con la longitud del pie, pero también con el ancho y el alto. La mejor hora del día para probarse zapatos es al final de la jornada cuando los pies están en su punto más ancho. No espere que el zapato se agrande con el uso.
– Prefiera modelos con punta redondeada u oblicua y deseche los zapatos en punta.
– Opte por aquellos que tienen suela con buenas características de fricción, amortiguación y transmisión de impacto.
– El contrafuerte debe ser estable y rígido.
– La altura del taco no debe ser nula, pero tampoco sobrepasar los 4 o 5 centímetros.
– Los dedos de sus pies -sobre los que se descarga el 25% de su peso corporal- deben poder moverse tanto lateral como anteriormente dentro del zapato.
– Alterne los zapatos para permitir su ventilación y deseche aquellos excesivamente usados.
– Utilice medias o calcetines de fibra natural, sin costuras.