¿Cómo debo actuar frente a esta situación?

¿Cómo debo actuar frente a esta situación?

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Obispo, mi marido y yo estamos en la Iglesia hace 10 años y estamos casados hace 9. Tenemos 2 hijos y nuestra relación es de mucho respeto. Sin embargo, mi marido ha trabajado mucho y eso está afectando nuestra relación. Él trabaja hasta las 10 de la noche, de domingo a domingo, y raramente tenemos tiempo para estar  juntos. Cuando él está en casa, prefiere descansar, después va a la computadora o mira televisión. No me gusta reclamarle nada, pero siento la falta de nuestra intimidad.

Hace un tiempo, intenté conversar con él sobre ese tema, pero me dijo que yo estaba exagerando. Vivo en la ciudad, pero no tengo familiares ni amigos cerca, me siento muy sola ¿Cómo debo actuar frente a esta situación?

Respuesta: 

Vea bien Lucy, usted y su esposo ya habrán oído durante estos diez años en la IURD, diversos mensajes sobre el Salmo 127, cuando dice: “Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia.

Por demás es que os levantéis de madrugada y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores, pues que a su amado dará Dios el sueño.”

Pero, una cosa es escuchar y tener conciencia y otra completamente diferente es actuar de acuerdo a aquello en lo que se dice creer. Está claro que  su marido aún no nació de nuevo, a pesar de participar en la iglesia hace una década. Estoy preocupado también por sus hijos, porque siempre debemos abrir espacios en nuestra vida a nuestra familia. El trabajo, los negocios y las actividades sociales necesitan ajustarse. Hoy en día las personas viven “colgadas” al celular y en internet, y no se sientan más en la mesa con la familia a conversar, ni siquiera a la hora de comer… prefieren ver una novela o futbol y comer en el  sofá. Actuando así, ¿de qué sirve hablarles a sus hijos del Amor de Dios? cuando lo  necesario es demonstrar ese amor, en la práctica.

Al punto al que llegaron ustedes, no sirve intentar convencerlos a reducir su carga de trabajo y darle más atención a la familia porque él no va a escuchar. En lugar de quedarse enojada, protestando o llorando (¡los maridos odian eso!), busque cuidar de su vida espiritual. Olvídese del tiempo de iglesia, haga una cadena de liberación por su marido y vuelva al primer amor con Dios, buscando la renovación del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo la fortalecerá, y llenará ese vacío que hoy le trae angustia y le dará una dirección para saber el momento correcto de hablar y actuar con su marido. De esta forma, de a poco, él vera en usted una nueva criatura y el brillo del Espíritu Santo resplandecerá en toda la familia.

Dios la bendiga