Duda de un internauta: visiones y sueños

Una amiga recibía revelaciones en la iglesia que concurría, pero no impidió que fuera traicionada por su esposo
“Buenas tardes obispo. Estoy casada, tengo 2 hijos y estoy bautizada. Mi marido y yo pertenecíamos a una determinada congregación en la que éramos diáconos. Sin embargo él se involucró con una mujer de la iglesia que también estaba casada.
Cuando lo descubrí, me fui de mi casa. Después de 1 mes que estábamos separados, él me pidió perdón y quise reanudar nuestro matrimonio.
Obispo, yo estoy bautizada en el Espíritu Santo, hablaba en lenguas, tenía visiones y sueños. Ahora, mi marido y yo vamos a la iglesia a veces, pero estoy muy preocupada porque él empezó a tomar y yo también.
Quiero y sé que necesito tener un compromiso con Dios nuevamente, pero no tengo fuerzas. Por el momento, estoy viviendo en la parte de atrás de la casa de mi suegra y la hermana de mi esposo continua manteniendo contacto con la mujer con quien él se involucró. Eso me enoja mucho, porque esa mujer está haciendo un infierno en nuestras vidas ¿Qué debo hacer? Tati.”
Respuesta:
Puedo afirmar, con total seguridad, que aun no han tenido un encuentro con Dios y que jamás fueron bautizados con el Espíritu Santo porque los frutos que ambos presentan, muestran claramente eso. Es necesario que haya una liberación, pues el espíritu que está actuando en sus vidas es realmente diabólico.
¿Qué añadió en su vida esa historia de sueños y visiones? Si la persona no nace de nuevo y no fuera llena del Espíritu Santo, no sirve de nada la oración, leer mucho la Biblia, no sirve el ayuno, no sirve cantar himnos de alabanzas, nada de todo eso sirve. No se engañe porque si usted no lucha contra esas fuerzas malignas que están actuando en su hogar, puede estar segura de que el diablo va a derrotarla.
Puedo notar que su preocupación mayor es no perder a su marido, pero está perdiendo a Dios. Usted puso a su esposo por encima de Dios, allí radica su mayor problema. Olvídese de que alguna vez perteneció a un grupo de diáconos de una denominación evangélica; y recomience su vida espiritual participando de las reuniones de liberación los días viernes en el Cenáculo del Espíritu Santo más cercano a su casa.
Hágalo aunque su esposo no quiera acompañarla, y, al mismo tiempo busque el revestimiento del Espíritu Santo los días miércoles y los domingos para tener su comunión con Dios. De esta forma usted no tendrá que preocuparse más por su cuñada o cualquier otra mujer que se implicó con su esposo porque Dios será con usted y le dará la victoria.
La Palabra de Dios lo promete: «Pero recibiréis poder cuando descienda sobre vosotros el Espíritu Santo y seréis mis testigos…» (Hechos1:8)