¿Cómo arreglar una vida destruida?

¿Cuántas veces quiso recomenzar? Créalo, ese deseo es más común de lo que se imagina. En un mundo con tantos caminos a disposición, generalmente, las personas elijen seguir lo que más les agrada a sus ojos, y, principalmente a su corazón. El gran problema es que el corazón es engañoso, así como Dios nos alerta por medio del profeta Jeremías, y el resultado de ser guiado por los sentimientos y los deseos es la destrucción.
A veces, pensamos que ciertas decisiones no nos causarán grandes complicaciones, pero, con el paso de los años, cada decisión equivocada nos hace acumular fracasos y frustraciones, lo que nos deja en pedazos. Incluso, hay quienes sufren los efectos de las decisiones equivocadas que fueron tomadas por terceros, como una traición o un abuso; y, a causa de eso, cargan un dolor que no los deja en paz. Al vivir este tipo de realidad, muchos desean dar vuelta la página y empezar de cero. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿por dónde empezar?
En el intento de cambiar de vida, algunos intentan hacer cambios externos, por ejemplo, cambiar el color de cabello, invertir en procedimientos estéticos, o incluso cambiar de carrera, de trabajo, de ciudad, de círculo social o de cónyuge; todo para alejarse de la versión antigua de sí mismos.
A pesar de tomar esas iniciativas, la sensación de que algo les falta persiste. Mientras que la fuerza, el ánimo y la perseverancia les falta, el desánimo, la debilidad y las dudas les sobra.
Cuando llegan a ese punto, muchos desisten y empiezan a vivir según su propia voluntad, se entregan a los sentimientos, a los vicios, a las dudas y a las facilidades del mundo sin pensar en las consecuencias. La destrucción es tan grande que, a veces, no logran ver una luz al final del camino.
El camino para el recomienzo
Aun cuando la persona cree que la persona está destruida y que no hay más salida, Dios encuentra en la destrucción el escenario perfecto para la creación de una nueva historia. Cierta vez, Dios llevó al profeta Jeremías a la casa de un alfarero, el profesional que construye objetos, usando como materia prima el barro. Allí, el profeta lo vio trabajando en su obra.
«Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.» Jeremías 18:4
Frente a esta escena, el propio Dios le dijo al profeta: «¿No podré Yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice el Señor. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en Mi mano, oh casa de Israel», Jeremías 18:6.
El barro representa la fragilidad del ser humano; quien, por sí solo, es solo tierra húmeda. Sin embargo, cuando está en las manos del alfarero y es moldeado por él, toma una nueva forma y comienza a tener valor. El barro no se puede moldear a sí mismo, necesita la acción de un profesional. De la misma manera, el ser humano no logra moldear su vida, por eso, depende de Dios. Reconocer esto es el primer paso para el primer cambio.
Sobre este fragmento bíblico, el obispo Edir Macedo, en la Biblia con sus anotaciones, explicó que «el profeta debía ver la forma en la que el alfarero limpiaba el barro, porque, en su estado original, esa materia prima no se puede moldear. También debía ver la humedad ideal para conservar el barro, además de la destreza y la fuerza que el alfarero empleaba con sus manos para darle el formato deseado a la pieza». Por medio de la paciencia y la dedicación, «Dios quiso, mostrar que tiene un propósito perfecto para Sus hijos, el cual solo se cumple cuando ellos son sumisos», detalló el obispo.
Así como para moldear el barro es necesario que tenga la humedad adecuada, para que el ser humano sea moldeado por Dios es necesario que él se arrepienta, deje el orgullo de lado y se someta a las transformaciones propuestas por Dios, las cuales suceden de adentro hacia afuera. Su propósito no es solo remendar a un ser humano quebrado, sino transformarlo en una nueva criatura. Con lo que antes era pecado y deshonra, lo cual lo condujo a una vida despedazada, Él construye un vaso nuevo para honrarlo. De esta manera, donde no había calidad, empieza a existir la gracia de Dios y Su ADN.