Aquél que es dueño de una gran visión, será dueño de una gran conquista

Aquél que es dueño de una gran visión, será dueño de una gran conquista

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¡Los que tienen visión no pueden temer!

¿Qué ha deseado para su vida profesional y financiera? ¿Usted se detuvo para pensar en sus objetivos y en la grandeza de su visión para el futuro? Tener “visión” significa mantener el foco en algo con la intención de conquistar, independientemente del tiempo que tardará en suceder o de los obstáculos que aparecerán para impedirle de alcanzar este objetivo. Es decir, es creer en el futuro antes de que este exista. Así está escrito: “Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, Y sobre tus caminos resplandecerá luz.” (Job 22:28).

No hay nada de mágico en este versículo, pero sí hay la certeza de que creer genera en el interior de la persona el deseo de hacer algo, dando a Dios la posibilidad de actuar para realizar este querer. Abraham, por ejemplo, anhelaba tener un hijo –algo que sería imposible pues él era fiel a su única esposa, y ella era estéril. ¡Sin embargo, él creía en Dios, El Todopoderoso, la fuente de la abundancia!

Su fe estaba unida a su deseo y a su carácter: hombre fiel, integro, obediente y sincero. Este sistema de cosas llamó la atención de Dios, haciendo con que Él juró que haría de Abraham, padre de una gran nación (Génesis 22: 16-18 y Génesis 15:5).

Muchos fueron los motivos que Abraham tuvo para rendirse: deseaba  algo “imposible” a los ojos humanos; escuchaba de Dios muchas promesas y nada sucedía en concreto; ya era demasiado viejo para tener un hijo; etc. Él materializaba su fe abriendo mano de sus bienes, sacrificando sus tierras, su parentela, la casa de su padre, para obedecer a Dios, y, cuando su deseo finalmente se materializó, Dios le pidió su hijo Isaac. El precio pagado por la conquista de su sueño fue equivalente a su visión. Acuérdese: ¡algo imposible a los ojos humanos, no es imposible para el Dios!
El resultado de esto fue que, al llamar la atención del Señor, él se convirtió en amigo de Dios y heredero de todas sus promesas.

¡Los que tienen visión no pueden temer! Deben desarrollar una fe abrahámica, marcada por el sacrificio de la renuncia y de la fidelidad. ¡Estas personas deben estar listas a pagar el precio de la victoria, así como Abraham, pues aquél que es dueño de una gran visión será dueño de una gran conquista!